Las metanfetaminas, conocidas comúnmente como «meth», son un tipo de droga estimulante del sistema nervioso central que tiene una historia bastante compleja, vinculada tanto a usos médicos legítimos como a abusos ilícitos.
Desarrollo y Uso Médico: La metanfetamina fue sintetizada por primera vez en 1893 por el químico japonés Nagai Nagayoshi. La forma cristalizada, que es la más potente y adictiva, fue desarrollada más tarde, en 1919, por Akira Ogata. Inicialmente, la metanfetamina fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial por soldados de varios países para mejorar el rendimiento y mantenerse alerta durante las batallas.
Posteriormente, en la década de 1950 y 1960, las metanfetaminas se prescribieron legalmente en los Estados Unidos para tratar una variedad de condiciones, incluyendo la depresión, la obesidad y la narcolepsia. Sin embargo, el potencial de adicción y los graves efectos secundarios asociados con su uso llevaron a una regulación mucho más estricta. En 1970, la metanfetamina fue clasificada como una sustancia controlada en los EE.UU. bajo la Ley de Sustancias Controladas.
Abuso y Impacto Social: El abuso de metanfetamina comenzó a aumentar significativamente en las décadas de 1980 y 1990, particularmente en forma de cristal, que es fumada para producir un intenso pero breve subidón. Este aumento fue en parte debido a la facilidad de fabricación en laboratorios clandestinos, usando precursores químicos relativamente accesibles.
El impacto del abuso de metanfetaminas es profundo, afectando a individuos, familias y comunidades. Los efectos a largo plazo del uso de metanfetaminas incluyen daño cerebral severo, problemas dentales graves (conocidos coloquialmente como «boca de meth»), y una disminución de la calidad de vida debido a la adicción. Socialmente, el abuso de metanfetaminas ha contribuido a aumentos en la criminalidad, sobrecargas en sistemas de salud y desafíos significativos en cuanto a salud pública y seguridad.
Esfuerzos de Control y Tratamiento: Los esfuerzos para controlar la distribución y el abuso de metanfetaminas incluyen regulaciones estrictas sobre los precursores químicos, campañas de concienciación pública y tratamientos específicos para la adicción a metanfetaminas. El tratamiento a menudo implica una combinación de terapia conductual y apoyo a largo plazo para ayudar a los adictos en recuperación.
La metanfetamina continúa siendo un desafío en muchas partes del mundo, y su historia refleja las complicadas relaciones entre medicina, ley y sociedad en lo que respecta a las drogas y su regulación.
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